En nuestra consulta realizamos una serie de preguntas obligadas a nuestros pacientes como ¿crees que vas bien a defecar? ¿Con qué frecuencia? ¿Cómo son las heces? ¿Cómo es el olor de los gases?
Es curioso observar que todos los pacientes creen que lo que les ocurre a ellos es la normalidad.
La defecación nos da mucha información sobre cómo se encuentra el paciente.
Si tiene o no urgencia, si nota el reflejo de defecación o no, en qué postura se coloca para defecar, cómo funciona su abdomen y su suelo pélvico al defecar, qué tipo de heces tiene…
En la consulta procuramos enseñar a los pacientes a defecar correctamente.
Lo primero es la postura. A la hora de evacuar el contenido rectal lo mejor es colocarse lo más parecido posible a la posición de cuclillas. Para ello se debe colocar un objeto debajo de nuestros pies para que las rodillas se eleven por encima de nuestras caderas (un taburete del Ikea por ejemplo).
Esto es así porque un músculo del suelo pélvico tira del recto provocando una curva en él cuando estamos sentados sin la elevación de pies (en la posición de 90-90 o como cuando nos sentamos en una silla). En cambio, cuanto más cerca de la posición de cuclillas nos coloquemos más relajado estará este músculo dejando el conducto rectal recto, nunca mejor dicho.
Lo segundo es ir al baño en cuanto notemos el reflejo de defecación o, dicho coloquialmente, cuando aparezcan las ganas de ir al baño.
El mecanismo para que aparezca el reflejo de defecación es el siguiente: el contenido fecal debe llegar (gracias al peristaltismo del intestino grueso) hasta el esfínter interno. Esta zona alberga receptores que le indican a nuestro cerebro si el contenido que llega al esfínter es líquido, sólido y gaseoso. Tras recibir esta información, el cerebro decide qué hacer, ¿irá al baño o se aguantará? Si decide aguantar hace una maniobra de contención activando la musculatura del suelo pélvico para procurar que el contenido fecal suba un poco y deje de tocar esos receptores, si lo consigue desaparecerán las ganas de ir al baño. ¿Qué ocurre si después quiero ir al baño a vaciar (ya que sé que hay contenido) pero no tengo activo el reflejo que hace que las heces salgan fácilmente? La mayoría de los pacientes cuentan que empujan con fuerza para intentar evacuar el contenido fecal, es decir, hacen fuerza de tal manera que el abdomen se sale hacia fuera (se deja estirar).
Cuando hacemos esto, de manera refleja la musculatura del suelo pélvico se contrae para proteger las vísceras de la pelvis (vejiga, uretra, recto y útero en la mujer; vejiga, uretra, recto y próstata en el hombre). Por lo que nuestro cerebro recibe señales contradictorias: por un lado una fuerza empuja hacia abajo y por el otro otra fuerza contiene esa fuerza (acción refleja de protección), por lo tanto, aunque sí que el contenido fecal suele acabar por descender siendo evacuado, no suele activarse el reflejo de defecación.
Esta práctica a la larga pudiera ser contraproducente, corremos el riesgo de que el sistema se acostumbre a que las heces son evacuadas haciendo presión intraabdominal y no a través de la aparición del reflejo de defecación, ya que su experiencia está siendo que cuando el reflejo aparece las heces no se evacuan pero sí se consigue esta evacuación cuando ejecuta esa contradicción de fuerzas.
Algunos pacientes llegan ya con este problema a la consulta: han perdido la capacidad de evacuar el contenido fecal de manera fisiológica e incluso han llegado a necesitar medicación (supositorios normalmente) para poder vaciar el contenido rectal.
Por este motivo debemos fijarnos si hacemos esfuerzo para expulsar las heces. Si por algún motivo (estreñimiento, diarrea crónica, intervenciones quirúrgicas, toma de medicación crónica, enfermedades, malos hábitos de evacuación como el que hemos comentado antes de aguantarse, …) estamos teniendo problemas para defecar podemos hacer un tratamiento específico para restablecer esta función.
Lo tercero y último en la defecación es fijarse en las características del contenido rectal: sensación al evacuarlo, color (blanco, amarillo, verde, marrón, rojo), textura (blando o duro), tamaño (grande, pequeño, en trozos), composición (solido, líquido, mezcla), olor (a nada, a heces, a putrefacción, a gas, a metal…).
En la consulta solemos ensañar algunos ejercicios que nos ayudan a estimular la aparición del reflejo de defecación, respiración específica a la hora de evacuar el contenido fecal y posición adecuada en el wc, estas acciones junto con un tratamiento específico para cada paciente en las zonas del cuerpo que corresponda (suelo pélvico, abdomen, espalda, diafragma torácico…) aseguran grandes resultados a la hora de restablecer la acción fisiológica de la defecación, con la consiguiente mejoría en la calidad de vida del paciente.